La Senda
Por Clara Beltran:
El cielo estaba despejado, y los jardines del castillo, la sede del Consejo de Vigilantes, eran apacibles y agradables. Xander y Dawn jugaban una partida de ajedrez en el cenador, ante la mirada perdida de Willow. Buffy se había quedado dormida sobre el banco de madera, con la cabeza apoyada en el regazo de su amiga. Todavía se sentía cansada después del viaje a Escocia y el enfrentamiento con Belkiss.
Xander miró a Dawn con su único ojo. Sabía que no era fácil vencer a la pequeña de las Summers, sin embargo, la joven estaba demasiado pendiente observando el musculoso torso desnudo del jardinero que recogía las hojas caídas de las hayas, al fondo del jardín.
-Jaque...- dijo Xander sonriendo- jaque mate
-¿Qué?- la pobre Dawn apenas se había enterado de su derrota.
Era la primera vez que Xander conseguía vencer a Dawn y exageró la celebración con una tremenda algarabía. Su torpeza clásica se hizo visible cuando inconscientemente derramó un baso de agua que tenía sobre la mesa. Algunas gotas llegaron hasta buffy y salpicaron su rostro relajado, provocando que se levantase de golpe poniéndose en guardia. Willow a penas hizo caso del movimiento, seguía distraída mirando un punto perdido en el horizonte. Buffy no se atrevió a decir nada, no quería molestar a su amiga, se desperezó intentando fijar los recuerdos de su sueño para más tarde, cuando Giles estuviese desocupado, contárselo. Pensó en distraer a Will, llevándola a explorar los jardines, pero entonces vieron aparecer una figura que caminaba con dificultad desde uno de los accesos que venían de la casa. Era Eloise, Willow pareció presentirla y la buscó con la mirada, se espabiló de repente, se levantó y camino hacia ella. Extrañamente habían establecido una buena relación de amistad, que había sorprendido y confundido a Buffy. Por lo tanto se quedó allí bastante aburrida, observando el pique entre su hermana y su mejor amigo, que se habían enzarzado en una discusión entre amistosa y acalorada. Giró la cabeza buscando algo que pudiese llamar su atención, además de evidentemente el torso desnudo del jardinero. Entonces descubrió a Faith haciendo aspavientos desde la entrada del castillo. Caminaron la una al encuentro de la otra.
-Soy libre ¿puedes creértelo?- dijo Faith en cuanto se hubieron reunido
-Cinco por cinco, era de suponer- fue la respuesta de Buffy
-Al final el cabrón de Wood dio buenos informes de mi, de mi valeroso comportamiento en la destrucción de la boca del infierno y de mi cambio de actitud. Estoy exenta de toda culpa y soy libre.
-Me alegro por ti- dijo Buffy con sinceridad
-Además el Consejo ha prometido hacer desaparecer mis cargos policiales, aún les quedan algunos contactos burocráticos con la justicia americana. Lo cual significa que vuelvo a estar limpia y podré volar a mis anchas de nuevo- Faith abrió los brazos simulando que volaba
-¿y que vas a hacer ahora?- preguntó Buffy
-¿Qué que voy a hacer? Buscaré mi estrella- exclamó Faith- pero al otro lado del océano. Vuelvo a casa, necesito movimiento, ya me conoces, tengo que estar donde está la acción, no soy una chica de oficina. El consejo ha aceptado, siempre y cuando trabaje para ellos. Dicen que no tienen a muchas chicas a las que puedan mandar libremente por ahí sin vigilante, pero que yo reúno las condiciones. En fin, supongo que no habría un solo vigilante que quisiera arriesgarse a tenerme a su cargo.
-Pensé que te quedarías algún tiempo con nosotros- dijo Buffy
-Salgo esta noche para Nueva York-Comunicó Faith- todo ha sido muy repentino, pero tengo ganas de volver a disfrutar de la libertad.
-Te echaré de menos- dijo Buffy con toda la seriedad del mundo
-Permíteme que lo dude- dijo Faith sonriendo
-Lo digo en serio- Buffy mantuvo la mirada seria
-Lo se- dijo Faith que borró su sonrisa y la miró fijamente a los ojos- veras... al principio me enfadé contigo, pero no, es justo que puedas desconfiar de mi, después de todo lo que hice, lo comprendo. Además nosotras somos así, nos amaremos y odiaremos hasta que la muerte nos separe.... ¿o quizá nos junte?
-Quien sabe-dijo Buffy- quizá tengamos toda la eternidad para entendernos bien
-Uyyyy, no, no te pongas babosa B, veras yo no soy de esas, no te me insinúes- dijo bromeando- ¿y tu que harás?
-De momento me quedaré aquí algún tiempo- dijo Buffy- como el presupuesto del Consejo se reduce cada vez más, van a aprovechar este local para doble uso, sede del consejo y escuela de cazadoras y Giles me ha pedido ayuda, solo por algún tiempo. Además sería incapaz de arrancar a Dawn a más de 100 metros del jardinero cachas- Buffy señaló al jardinero
-Vaya con la pequeña Dawny- exclamó Faith fijando su vista en el- no tiene mal gusto. Está como para desecharlo unas cuantas veces. Dan ganas de quedarse- un coche hizo sonar la bocina a lo lejos- eso es por mi, ahora tengo que irme
-Entonces supongo que esto es un hasta luego- dijo Buffy
-Cuídate B.- dijo y se abrazaron por primera vez aún a riesgo de que la reputación de Faith cayera del todo-Espero que no nos haya visto nadie- bromeó
-Tu secreto está a salvo conmigo- dijo
Se separaron, la vio caminar con resolución hacia un coche que apareció muy lentamente deslizándose sobre la gravilla. Volvieron a saludarse antes de que tomara asiento en el lado del copiloto. Después el coche se perdió entre los setos que marcaban el camino de salida. Tardaría años en volver a verla
Se hizo el silencio. Estaba sola, la soledad de la cazadora se manifestaba de nuevo. Entonces recordó algo, se encaminó a la casa, atravesó el umbral y subió hasta el segundo piso. Se deslizó instintivamente hacia la sala que Eloise había denominado “de las cazadoras”. Encendió la luz y penetró en la habitación dejándose embriagar por la presencia de sus antecesoras, recorriendo con la mirada los retratos de las cazadoras, de todas las chicas que había dado la vida por cumplir con el papel que el destino les había asignado. Se paró frente a la chimenea, donde estaba el retrato de Kendra, de India Cohen... pero ella no estaba. Recorrió con el dedo la hilera de fotos y retratos deteniéndose finalmente en la de Kennedy.
-Otra vez aquí- la voz provenía de la entrada, era Eloise. Ni rastro de Willow, venía sola. Entro con dificultad y cerró la puerta.
-Solo estaba mirando- dijo Buffy con tristeza- ¿cómo está la niña?
-Bien, en un lugar seguro- dijo Eloise- no tenía heridas graves, solo un pequeño rasguño y un gran susto. Se pondrá bien.
Buffy señaló los retratos y las fotos que había por la sala
-Sigo sin merecer formar parte de esta galería- dijo
-Por supuesto- contestó Eloise con rotundidad
-Pero... ¿por qué?, no lo entiendo- alegó Buffy- lo he dado todo por defender mi papel de cazadora, todo. He perdido amigos, familia, mi vida normal, me he arriesgado y he luchado, cierto es que he cometido errores pero....
-Pero tu camino todavía no ha acabado- dijo Eloise- la vida de la cazadora es un camino lleno de peligros, de baches, de muerte y desolación y la mayoría de las veces de una profunda soledad, y al final está la recompensa, las puertas del paraíso. ¿no lo has entendido aún pequeña? Nunca podrás renunciar. Tu foto ocupará un lugar junto a las cazadoras cuando finalices ese camino, nunca antes.
Durante algunos minutos permanecieron en silencio, calladas, hasta que Buffy lo rompió
-¿Qué es la senda?- preguntó Buffy con un hilillo de voz que pronto dejó paso a un sonido rotundo cuando continuó hablando- quiero, exijo que si lo sabe me diga que es la senda, que tiene que ver con la profecía y que tiene que ver Esperanza en todo esto
Eloise sonrió con un punto de cansancio o de aburrimiento en su rostro
-Las palabras de la cazadora Mónica han calado profundamente en ti, una chica lista debió de ser, para manipularte de esa forma, para crear ese surco en tu cabeza llenándolo de dudas e inseguridades- dijo Eloise- cierto es que podría existir algo parecido a una profecía, pero ella no podía saber nada acerca de eso, quizá cuando volvió al colegió y mató a sus compañeras y a su vigilante, quizá le sacó algo, pero el señor Walking, su vigilante, no conocía el fondo de la cuestión. El fondo de a lo que ella y tu os referís como “la profecía” es un secreto guardado hace mucho tiempo. Quizá intentó que tu le contases lo que sabías. Por que ella, pequeña, te aseguro que no sabía lo importante
-Pues bien, ya es hora de que lo importante salga a la luz, deje de guardarlo- dijo Buffy- tengo sueños, donde la senda se repite una y otra vez, el numero siete, mención a ciertas marcas que desconozco, necesito saber que significa y estoy segura de que usted lo sabe
-Si, el señor Giles me habló de tus sueños- dijo tranquilamente Eloise- pero quizá tu incapacidad para descifrarlos solo demuestra que no estás preparada todavía para llegar al fondo del asunto
-¿Qué?-protestó Buffy- ya me ha manipulado suficientemente, ya está bien de mentiras, no tiene derecho a negarme la verdad. Soy la cazadora
- La cazadora...- dijo Eloise burlonamente- un honor que te viene demasiado grande. No cazadora, yo no miento, quizá callo, pero por una razón- sin embargo pareció pensar, sonrió y añadió- ¿Realmente quieres saber lo que es la senda?-se detuvo pensativa de nuevo- bien pequeña, te enseñaré lo que se
Caminó hacia la chimenea apoyándose en su bastón de madera y empuñadura de plata y metió una de las manos por debajo de la piedra, se oyó un ruido, un chasquido y después un ronroneó, como si se arrastrase algo. La piedra que estaba detrás se descorrió con dificultad, dejando ver un túnel oscuro al otro lado. Eloise indicó el camino
Buffy miró desconcertada a la anciana y después echó una ojeada al paso que le indicaba, el hueco oscuro al otro lado de la chimenea, del que emanaba un aire gélido. No se fiaba en exceso de la vieja, quizá estaba otra vez engañándola, burlándose de ella con triquiñuelas de pasadizos secretos. Pero la curiosidad era mayor que la cautela o la posible decepción. Quería acabar con aquello de una vez por todas. Se agachó y atravesó la chimenea.
Frío, oscuridad y fuerza, fueron las sensaciones que percibió no bien hubo llegado al otro lado. Oyó a Eloise renqueando detrás de ella con dificultad, intentando encogerse un poco para seguir su mismo camino. Al final tuvo que tomarla de un brazo para que no cayese. La mujer ni siquiera se lo agradeció, miraba todo como maravillada, como si cada rincón oscuro, cada piedra, contuviese riquezas invalorables, invisibles a los ojos de Buffy. En cuanto atravesó el umbral pareció recobrar una vitalidad inusitada y empezó a señalar las paredes con una sonrisa que le iluminaba el rostro.
-Mira- dijo a Buffy señalando con el bastón hacia una de las paredes- mira allí, está tal y como lo había recordado.
Buffy apenas entrevía nada, todavía intentaba adaptarse a la oscuridad. Un rayo de luz se filtró por una grieta lateral de la pared opuesta, e iluminó lo que señalaba Eloise, un enorme bloque de piedra azul, sobre los que se representaban una serie de garabatos que la cazadora tardó algún tiempo en asociar a gravados.
-Esta piedra tiene miles de años, miles pequeña- dijo la anciana- más de los que nunca tu puedas imaginarte, durante siglos estuvo enterrada en el centro mismo del círculo de piedras de Stonehege- el dato no reveló nada a Buffy, que mostró su más patente cara de desconcierto, a lo que Eloise añadió, después de menear la cabeza con resignación- es un milenario centro astrológico, pequeña ignorante. Está cerca de aquí ¿o te creías que este lugar fue elegido por pura casualidad? No, todo pasa por una razón determinada, y por una razón determinada el Consejo de vigilantes se instaló aquí hace siglos. Fue entonces cuando la piedra se trajo aquí y se encerró en el corazón mismo del edificio para protegerla.
Buffy permaneció en silencio algo avergonzada, pero intentando mantener aparente su orgullo
-Mírala- dijo la vieja señalando con su bastón uno de los gravados sobre la piedra. Una procesión de estilizadas figuras armadas protegían a una más pequeña a la que rodeaban, sobre su cabeza brillaba una estrella o quizá un cometa
Buffy elevó la mirada, entonces contuvo la respiración uniendo cabos.
-Siete ...- pronunció mientras se acercaba más al grabado, como si por fin hubiese hecho un gran descubrimiento- son siete
-Ocho, siete mujeres rodeando a una niña. Mi maestro el señor Wilhem solía decir que le recordaba a un ritual que había visto en Africa años atrás, cuando se dedicaba de lleno a la antropología - dijo Eloise que parecía seguir hechizada mirando aquella representación- Lo llamaba el juego de la siete y media
Buffy se sacudió al oír aquello “el juego de la siete y media”, Anya había pronunciado aquellas palabras en su sueño. Buffy se acercó más a la representación, quería verla más de cerca, quizá tocarla, pero el simple echo de la cercanía con la piedra hizo que una fuerza poderosa la poseyese. El aire se disipó, solo fuerza y energía parecían reinar en la habitación
-¿Lo sientes?-preguntó Eloise, Buffy asintió confusa- es la fuerza de las cazadoras. En esa piedra yace todo el poder de las cazadoras, de las que murieron cumpliendo con su deber.
Bajo el gravado había una extraña sucesión de símbolos, Buffy los señaló y preguntó
-¿qué es esto?
-Una diosa liberará la fuerza que encierra la piedra, de la que surgirán las siete espadas que custodian el valor de las cazadoras muertas. Las siete espadas de las últimas, de las elegidas que llevan la marca, de las más poderosas, de las que destruirán ... - recitó la anciana- son runas y eso es lo que dicen.
-¿Qué destruirán que?¿no hay más?¿qué quiere decir?- preguntó Buffy ansiosa
-¿Recuerdas cuando te dije que las cazadoras morirían?- continuó Eloise- cuando leí por primera vez esta inscripción, pensé que todavía tardaría muchos miles de años en llegar el momento que señala la escritura, pero entonces tu compartiste tu poder de cazadora con las potenciales y lo vi claro. Cuantas más cazadoras mueren, más fuerza se condensa en el contenido de esa piedra. Aquí dentro – dijo golpeando la piedra con la palma de la mano- en esta piedra, duermen siete espadas. Nadie sabe quien las puso ahí, ni las ha visto nunca. Solo puedo decirte que son las siete espadas para las últimas cazadoras.
-Entonces.... usted... usted dijo que yo era la culpable de sus muertes y ahora me dice que era cosa del destino
-Tan culpable es el destino como el que lo escribe, y tu escribiste ese destino para ellas
Buffy miró al suelo pensativa y ya en silencio, deseaba hacer más preguntas e intentó dejar atrás su enfado, con el único propósito de alcanzar la verdad.
-Sobre esas elegidas... ¿soy yo una de ellas?-preguntó- ¿soy una de las elegidas?
-¿Se resentiría tu orgullo si dijese que no?
Buffy dirigió a Eloise una mirada fulminante
-¿Cuál es esa marca a la que se refiere?-preguntó de nuevo furiosa- ¿es un tatuaje?¿una marca de nacimiento?¿qué demonios es? En mi último sueño no dejan de indicarme algo sobre una marca
-Te has fijado en estos signos que hay debajo de las runas- continuó Eloise como si no estuviese hablando con ella- fueron escritos con posterioridad
-No me interesa- gritó Buffy- solo quiero la verdad. En mis sueños las cazadoras hablan de marcas ¿a que tipo de marca se refiere?
-Durante años he sido la experta en lenguas demoníacas del Consejo- continuó Eloise-, pero sin embargo nunca antes había visto algo igual, hasta que el señor Wilhem me hizo reparar en ellas
Buffy pareció darse por vencida, se alejó un poco de la pared y camino hacia el otro lado lentamente, intentando desentumecerse los músculos que contrariamente a lo que había pensado, cada vez estaban más helados, escuchando a duras penas las palabras desvariadas de la anciana
-Hubo un tiempo, antes de que fuese trasladada aquí, en que la piedra corrió peligro. Los hombres sintieron curiosidad por el cuidadoso celo con el que las guardianas custodiaban la piedra. Fueron conscientes de que contenía un gran poder y quisieron acceder a el, pensando que les daría valor y riqueza. Se derramó mucha sangre, muchas guardianes murieron intentando protegerla, pero finalmente los hombres accedieron a ella.
Lujuriosos de extraer su contenido, la golpearon con martillos, por lo que una parte del texto fue destruido, pero la fuerza de las cazadoras se volvió contra ellos y uno a uno misteriosamente fueron muriendo. Las guardianas supervivientes, consideraron que la última parte del texto debería ser escrito de nuevo, antes de que el tiempo desvirtuase su memoria, pero para protegerla de la curiosidad de los hombres, buscaron una lengua que hasta el momento nadie en aquella parte del mundo conocía. Una parte de ellas se dispersaron y vagaron durante años hasta que una dio con el último miembro de una tribu perdida más allá del mar, le acompañó hasta su muerte, para así aprender aquel idioma escrito, tras lo cual destruyó todo signo que pudiese quedar de aquella escritura y con su fuerza encomio a la naturaleza para que ocultase cualquier rastro de la existencia de aquel pueblo, que quedó para siempre olvidado.
Cuando tiempo después las guardianas volvieron a su lugar de origen, aquella que había aprendido el idioma desconocido gravó la piedra y ese mismo día pidió que se le cortase la lengua, para que no pudiese decir a nadie lo que custodiaba. Las guardianas se disgregaron o fueron muriendo y solo aquella permaneció al lado de la piedra que había sido trasladada ya a este lugar.
Con el paso de los siglos sus compañeras fueron olvidando la lengua extraña, pero ella la recordaba, porque cada noche la leía y la fuerza de las cazadoras hacía su soledad más llevadera. Pero como la vida de la guardiana era solitaria, muchas veces recorría los pueblos de los alrededores y apacentaba su ganado en los lindes de los caminos, y un día conoció a un misterioso joven y se enamoró perdidamente de el. Como el le pidió una prenda de amor, ella le llevó junto a la piedra y le dejó sentir todo su poder, pero el hombre en ese mismo instante se volvió ambicioso, o quizá ya lo era y quiso hacerse con su contenido. Salió de allí rechazando a la guardiana, pese a los ruegos que ella hacía implorando con las manos juntas. Le dijo que en realidad sospechaba hace tiempo de la existencia de la piedra poderosa, por eso se había acercado a ella, y juró volver allí con hombres fuertes que la destruyesen y extrajesen su contenido. La mujer se sintió herida, su corazón se desgarro al sentirse utilizada y le odio y juró odiarle durante el resto de su vida.
Fue entonces cuando un demonio percibió el dulce aroma de la venganza y se presentó ante la mujer ofreciéndole sus servicios, con el fin de escarmentar al amante. Cuando el hombre llegó al primer pueblo del camino su lengua se caía a pedazos, sus dedos estaban torcidos, era ciego y la imposibilidad de comunicarse le llevó a la locura. Corrió todo cuanto pudo, hasta que un barranco y el infinito se interpusieron en su camino.
Aquella noche la mujer apoyó sus manos sobre la piedra y tuvo una visión. Cuando el demonio regresó a comunicarle la conclusión de su acometido, la invitó a ver la piedra y dejó que posara sus manos sobre ella. Sin embargo su corazón era tan impuro, que no pudo notar la fuerza y ni siquiera le dio importancia. La piedra así se lo había dicho, aquel era el vehículo en el que el lenguaje secreto se prolongaría durante el tiempo. El demonio no ambicionaba el poder de la piedra, porque no podía sentirlo y nada le haría volver a buscarlo.
El demonio pensando que la mujer además de muda era sorda, intentaba dibujar en el suelo los relatos de todos los sufrimientos que había vivido el amante, y por cada signo que ella dibujaba, la guardiana escribía su equivalente en el lenguaje secreto, y cuando el demonio se cansó de relatar aquel echo, relató otras venganzas y la mujer seguía escribiendo y finalmente el demonio empezó a escribir en el lenguaje secreto, porque así era más rápido y podía repetir una y otra vez todo el daño que había causado. Y después de eso empezaron a hablar de cosas banales y el demonio se dio cuanta de que hacía años que no tenía con quien hablar de las cosas de la vida e hizo especial hincapié a su vida amorosa, y también hablaron de la guerra, de la muerte, del infierno y de todo lo que a la vigilante se le ocurría para retener al demonio. Pero finalmente se aburrió y partió en busca de nuevas venganzas. Esa misma noche llegaron los vigilantes convocados por una fuera extraña. La mujer cubrió las marcas con barro y mandó construir una torre con una cámara especial colocando la piedra en una de las paredes. Después entró en la cámara y mandó que la sellasen y nadie más volvió a verla viva. Aquí- dijo Eloise señalando el suelo- aquí mismo la encontró el señor Wilhem, o lo que quedaba de ella, sentada frente a la piedra. Pasó el tiempo y sobre la torre se construyeron más secciones del actual edificio, de forma que quedó oculta y el demonio vengativo, se olvidó de lo vivido, del valioso lenguaje que conocía, entretenido como estaba en provocar venganza. Creo que la conociste.
-¿Qué?- Buffy pareció espabilarse y levantó la cabeza mirando a la anciana
-Si, ese demonio- continuó la anciana- Anyanka, así se llamaba ¿no era amiga tuya? Ella era la única que podía descifrar este párrafo
“Se más de este juego que tu” Buffy recordó las palabras de Anya. Anya, Dios mío, ¿conocía Anya realmente el significado de aquel lenguaje?
-No me fío de usted ... dijo Buffy- maldita vieja, me engaña, me oculta cosas porque sabe que Anya ya no está aquí para decir si conoce o no esa lengua. Bien podría decir otro nombre y no me heriría tanto, pero sabe que al pronunciar esas palabras me niega la solución a todas mis preguntas y además se burla de mi, al recordarme lo cerca que estuve de la solución y la imposibilidad absoluta de la que gozo ahora
El peso de los años pareció hacer mella en el cuerpo de Eloise, de repente empezó a notar el frío de la sala. Buffy seguía increpándola, repitiendo una vez tras otra fragmentos de sus sueños. Marca, senda, siete, Anya, Belkiss, joven india, esta noche, mirarse en el espejo, espuma que cubre los ojos. Entonces, bajo los improperios que Buffy le lanzaba, comenzó a recordar la última vez que había estado allí, hacía ya tanto años.
-Calla ingrata- dijo- todavía no he acaba
Retrocedieron en el tiempo a través de la memoria y las palabras de Eloise, hasta la última vez que ella había estado allí, cuando todavía conservaba el color dorado en su entonces larga cabellera.
La joven recorría la sala iluminada por lámparas de aceite, acompañada por un bastón que solía utilizar cuando se resentía su pierna derecha, la misma que se había roto el día que un vampiro atacó su casa y mató a su hermana la cazadora. Había recabado en el castillo años atrás, siguiendo la estela de una madre enloquecida por la muerte de aquella otra hija. No era más que la hija de la cocinera, pero su perseverancia, su ambición y su fuerte carácter, habían llamado la atención de los miembros del Consejo. Tenía las características necesarias para ser una buena vigilante.
Ahora el tiempo era diferente, se había forjado una carrera interpretando todo tipo de lenguas antiguas, y sus avances como vigilante eran interesantes. Algún día tendría a una cazadora a su cargo. Pero mientras, allí estaba, intentando descifrar la piedra azul y toda la carga simbólica que contenía. Hacía ya algunos meses que había podido desentrañar el significado de las runas, como ayudante del viejo señor Wilhem, pero al final había un texto que no entraba en ningún lenguaje catalogado hasta el momento. El señor Wilhem había muerto seis meses atrás y se había enfrentado sola al duro trabajo de acabar la investigación, con el presentimiento de que algo grande ocultaba la escritura de la piedra. Había estudiado concienzudamente todas y cada una de las posibles lenguas en las que pudiese estar escrito el texto, pero nada daba resultado, aquello era un fracaso. Pero Eloise era perseverante o más bien obsesiva y no estaba dispuesta a que nada se interpusiese entre ella y la verdad. Fue entonces cuando quizá guiada por la inconsciencia de su juventud dio un pequeño salto a la magia. Sabía que era peligroso, pero tenía que intentarlo todo. Sin embargo algo falló, no era lo suficientemente experta, y sus intentos no solo no habían dado resultado, sino que desentrañaron una fuerza poderosa sobre el castillo que necesitó de varias semanas y trabajadores especializados para resolverla. Había sobrepasado los límites, el consejo le vetó el acceso a los libros de magia y la amenazó con retirarla del proyecto. Nunca sintió tan cerca la rabia. Se encerró en la cámara y meditó durante días, sin apenas comer ni dormir, desesperada por no poder acceder a la verdad que tan celosamente guardaba la piedra. La enfermedad se instaló en su cuerpo y cayó rendida en el frío suelo, sobre la mancha que señalaba el último lugar donde había descansado la guardiana. La fiebre se apoderó de su mente y la fuerza de las cazadoras fluctuaba alrededor de su cuerpo enfermo. Fue entonces, entre las brumas creadas por su estado febril, cuando sintió el pensamiento de la guardiana, el pensamiento que repetía un nombre, una y otra vez. Anyanka. No era un nombre que desconociese, lo había estudiado en su preparación como vigilante. Cuando se levantó del suelo, todavía febril, sabía que tenía algo por donde empezar.
Habían pasado dos meses desde aquella revelación y hoy, en aquel día, se hallaba a escasos pasos de poner fin a sus investigaciones. Solo necesitaba que alguien llamase a la puerta.
Se oyeron ruidos fuera de la habitación, más allá del otro lado de la chimenea
-¿Podemos pasar, señora?- dijo una voz lejana-traemos lo que nos ha encargado
El rostro de la joven Eloise se iluminó lleno de esperanza, tomó aire y empezó a renquear en dirección a la salida de la chimenea
-No- dijo Eloise mientras cerraba la trampilla y se dirigía a la puerta que se había asegurado de cerrar. Se movió todo lo que su pierna le permitió y abrió la puerta- háganla pasar y salgan de la habitación.
Los hombres hicieron lo que se les ordenó. Empujaron a una persona hacia dentro que cayó en el suelo con todo su peso, y salieron de la habitación ante la atenta mirada de la futura vigilante. Eloise se acercó a la chimenea arrastrando su pesada e inconsciente carga con no pocas dificultades. Se introdujo a duras penas y volvió a cerrar el mecanismo de tal forma que quedaron iluminadas solo por la tenue luz de las dos lamparillas de aceite. Entonces caminó hacia su retenida y le arrancó la venda de los ojos.
-Bienvenida querida- dijo abofeteando sin piedad la cara descubierta e inconsciente de su retenida
La joven abrió los ojos con dificultad, todavía aturdida, llevándose las manos al rostro golpeado. Iba vestida de fiesta, a la última moda de Londres
-Rata asquerosa- balbuceó Anya frotándose la mejilla- ¿crees que podrás retenerme aquí? soy un poderoso demonio y vovy... voy....
-No vas a hacer nada querida- dijo Eloise- tus poderes se limitan a orbitar de aquí a allá y a maldecir a los amantes-
Anya se puso furiosa, en su cara que un día demostraría amor y sacrificio hacia los hombres se reflejó toda la ira y el rencor. Se levantó del suelo sacándose las cuerdas que le ataban las manos con increíble facilidad y se lanzó furiosa contra la joven Eloise. Sus puños cayeron sobre su carne golpeándola con cruel violencia. Eloise se defendió empujándola, lo que provocó que cayera al suelo. Cuando Anya se disponía a arremeter de nuevo contra ella, la futura vigilante apuntó con su bastón el pecho de la chica. Se oyó un clic y de la punta surgió una afilada cuchilla que rozó el pecho del demonio. Anya se quedó quieta, jadeando asustada. Eloise dirigió la punta de la cuchilla al colgante de Anya, cortó la tira y en un rápido movimiento impulsó el colgante que cayó en su mano.
-No, no- protestó Anya intentando levantarse, pero sin perder de vista la cuchilla amenazadora- por favor, el colgante no, no me lo quites. El colgante lo es todo para mi.
Pero Eloise se mostró fría, observó el colgante sin dejar de apuntar a Anya con la cuchilla.
-El fuego lo purifica todo- dijo- y tiene todo el aspecto de arder bien
-No. No, por favor, no lo hagas- Anya imploraba desde el suelo con los ojos humedecidos- haré lo que quieras, todo lo que me pidas, cualquiera de tus amantes caerán fulminados, o mejor ... les maldeciré con una terrible enfermedad que los dejará impotentes para siempre.
-Ohhhhhh, nooooo- dijo Eloise- no tienes nada que ofrecerme y eres una chica mala. Volverás a ser humana Anianka y pagarás por todo el mal que has hecho.
Anya lloraba arrodillada en el suelo, con la fina hoja todavía apoyada en su pecho.
-No seas niña- reprendió Eloise- ahí llorando ... pareces tonta ... soy demasiado dura para que me ablandes haciendo pucheritos. Vamos, levántate.
Pero Anya estaba lo suficientemente herida para intentar cualquier movimiento. Se negó a moverse.
-Vamos, querida- dijo Eloise- tengo algo que mostrarte- pero ante la falta de entusiasmo de Anya Eloise hizo valer su carácter- ¡QUE TE LEVANTES!
La demonio se asustó ante los gritos y obedeció llena de rencor, limpiándose las lágrimas que le recorrían el rostro. Eloise apartó la cuchilla, que retrocedió de nuevo al bastón, y condujo a Anya frente a una de las paredes.
-Mira eso querida- dijo dirigiéndose al demonio en un tono totalmente amigable- ¿qué te parece?
Anya echó una pequeña mirada con desgana al gravado de las siete elegidas y la pequeña iluminada por la estrella. Siguió bajando y observando las runas con total indiferencia, lanzando pequeñas ojeadas vigilantes a Eloise y a su cuchilla camuflada, de la que no se fiaba lo más mínimo. Finalmente descubrió el texto y su cara pareció encontrar una explicación.
-¡Maldita zorra!- dijo llena de desprecio a la vigilante- me necesitas, perra inhumana, escoria de la humanidad, cerda descerebrada ... escoria, apestosa, te odio, líbrate de no tener nunca una amante a la que puedas despechar, porque tus días serán horribles, horrorosos, dolorosos y sangrientos.
-¡Guarda tu saliva para otros perra!- dijo Eloise totalmente tranquila- si quieres tu bonito colgante y recuperar tus poderes ya sabes lo que tienes que hacer. Dime lo que dice ahí y lo tendrás, si no morirás.
-¿Por qué habría de fiarme de ti?- dijo Anya pensando que guardaba un as en la manga- cuando sepas lo que pone ahí me matarás, no tengo porque hacerlo.
Eloise apuntó de nuevo con su bastón, la cuchilla surgió de nuevo tímidamente y rozó la piel de Anya provocando que surgiera un fino hilillo de sangre.
-Tendrás que arriesgarte- dijo Eloise con la misma frialdad de siempre- y ahora hazlo, y mucho cuidado si intentas engañarme, lo sabré, soy más lista que tu y mi bastón más rápido que tus pies.
Anya tragó saliva asustada y observó el texto.
-Hace tanto tiempo que no leo esta escritura- dijo temerosa - puede que ya no la recuerde...
-Lo harás- Alego Eloise - te conviene
Ante la nueva amenaza Anya se afanó en llegar al fondo del texto.
-Dice algo sobre el infierno- dijo- ¿a que se refiere?
-No te importa- dijo Eloise- sigue
-El infierno – repitió Anya todavía confusa por la escasa relación que parecía guardar aquella palabra con el resto del texto,movió los hombros y después continuó. - Ellas serán las encargadas de destruir los pilares del infiern,o antes de que se desate el caos, las puertas se abran y se vierta todo el mal en el mundo. La última cazadora que entregue su poder será inocente, desconocerá toda violencia y todo mal, jamás matará aunque todo el mal se desate a su alrededor, y cuanto más fuerte sea el ma,l más fuerte será la fuerza que comparta con las cazadoras. Las siete la conducirán a la última batall, al centro mismo del infiern,o donde su poder se acrecentará y brillará dándoles a ellas todo el poder. Las siete últimas, las que llevan la marca del mal, recorrerán el final de la senda cuando una estrella marque el punto de encuentro. Solo entonce,s la línea de las cazadoras volverá a su curso primigenio, y la paz empezará a asentarse en el mundo.
Eloise se sintió liberada. El contenido de la piedra era por fin tangible. El infierno. Las cazadoras destruirían el infierno. Ahora todo era cuestión de tiempo. Debería contárselo al Consejo. Se distrajo de Anya y de todo, embargada por una profunda emoción. Anyanka no dejaba de observarla atenta a tantos brotes de sentimientos repentinos y espontáneos. Aprovechó el momento de confusión para arrebatarle el colgante de las manos y empujarla contra la pared. La pierna de Eloise no le permitió mantener el equilibrio y cayó violentamente. Con sus poderes recuperados, Anyanka orbitó lejos pero no antes de dedicarle unos cuantas palabras de desprecio más propias de una persona que siente miedo antes de desaparecer. Eloise se quedó allí en el suelo, sonriendo, y después estalló en lágrimas. Ahora el misterio debería permanecer en el anonimato. Debería cerrar la puerta y no volver a abrirla.
Recordó aquellos momentos de hace tantos años atrás. Era tan joven. El fin de una era estaba cerca, probablemente no lo vería pero no sintió pena, su trabajo casi podía darse por concluido, solo le faltaba entrenar a alguien lo suficientemente poderoso para extraer el poder de la piedra, y creía haberla encontrado. El tiempo pondría las cosas en su sitio. Abrió de nuevo los ojos, Buffy seguía allí escuchándola
-Eso fue lo que leyó tu amiga, siete cazadoras con una marca distintiva del mal, y una cazadora inocente- dijo Eloise- pero si esperabas nombres y apellidos siento decepcionarte – la anciana volvió a observar la escritura- No estás preparada, tu mismo sueño lo dice. Tus ojos están cubiertos, y solo tu podrás abrirlos y ver. ¿quieres saber cual es la marca? Abre los ojos y mira
-Esta bien, me rindo- Buffy se sintió desanimada, se apoyó contra la pared en frente del gravado y por un momento cerró los ojos, todavía sintiendo la fuerza y el poder que emanaba de la piedra, cuando volvió a abrirlos la vieja ya no estaba allí. Se espabiló y salió de nuevo por el hueco de la chimenea.
Eloise se movía por la sala, llevaba algo en la mano que acababa de sacar de su chaqueta. Era un envoltorio pequeño, lo desenvolvió y extrajo un marco. Caminó hacia la chimenea y colocó el retrato sobre ella. Cerró la trampilla y se alejó hacia la entrada con prisa aparente, y sin ni siquiera despedirse.
Buffy iba a seguirla, pero entonces sintió curiosidad. Una nueva chica había sido añadida a las lista de bajas. Dio media vuelta y se acercó cruzando los dedos, deseando al menos que no fuese conocida. Sin embargo cuando la vio, no le consoló el echo de que fuese una de las muchas cazadoras anónimas, el peso de su muerte siguió haciendo mella en su alma. Si inclinaba la foto, el reflejo ocultaba el rostro amigo y se convertía en un espejo. Por lo menos así no veía a la chica, solo se veía a si misma, a Buffy, la cazadora de vampiros.
Su rostro difuminado se sobrepuso a la chica, intentó sonreír y entonces lo vio, lo que había estado buscando. Sus ojos se abrieron. La marca estaba allí. Ahora lo comprendía, aquella era la marca de las elegidas. La cicatriz que los colmillos de Angel habían imprimido sobre su cuello en busca de una esperanza de vida, luego fortalelecida por el mordisco del mismo Drácula, pareció centellear como una señal. Recordó a Belkiss en su sueño, llevándose la mano al cuello, diciendo que aunque llevaba la marca no era de las elegidas. Belkiss había muerto al ser mordida, ella no, aquella parecía ser la diferencia. Estar al límite, rozar el otro lado pero sobrevivir tal vez infería a las cazadoras un don superior al que pudiesen tener las demás. Esa parecía ser la señal de las cazadoras.
Recordó su sueño, recordó como corría en pos de los escalones, como llevaba a alguien de la mano. Era una niña de tez morena, y si , los alcanzó, ahora parecía verlo más claro, había alcanzado los escalones, era una de las siete últimas las que quizá diesen su vida en la destrucción del infierno. Pensó en llamar a Eloise, pero después se contuvo al pensar en Willow, tenía la sensación de que el destino les preparaba caminos distantes, aunque volverían a unirse al final. Quizá al final de la senda.
FIN